02/01/2023

Miguel atesora la memoria de su familia y oficios de Santa Ouxea

Sociedad en Barbadás

Miguel Fernández Alonso, na casa dos seus avós, a carón do forno da casa (Santa Ouxea, Piñor). foto Rosa Veiga - concello de Barbadás

El ayuntamiento de Barbadás tiene dos aldeas habitadas en la actualidad, de las que Santa Uxía (Santa Ouxea en la Edad Media) es la más pequeña, con 14 habitantes (frente las 74 personas censadas en el Pontón, la segunda aldea con vecinos).

  • Miguel Fernández Alonso es hijo y neto de rianxeiras de Santa Ouxea, en la orilla izquierda del río Miño. Él nació “en la mutua de la calle Progreso. De lunes a viernes vivía en la calle Ervedelo; los sábados y todas las vacaciones estaba en santa Ouxea y Piñor  y los domingos le tocaba cine en la parroquia de Fátima y fútbol en el estadio del Couto”, pues le gustaba el C.D. Ourense.
Miguel Fernández Alonso, na casa dos seus avós, a carón do forno da casa (Santa Ouxea, Piñor). Concello de Barbadás
Miguel Fernández Alonso, en  la casa de sus abuelos, al lado del horno de la casa (Santa Ouxea, Piñor). foto Rosa Veiga
  • Entre la vida de barrio durante la semana y la de la aldea de cada fin de semana  y vacaciones, Miguel parece preferir lo que vivió a apenas 5 o 6 kilómetros del Couto, siempre cerca del río.
    “En mi infancia había dos barqueros, uno entre el campo de Santiago y la playa que me los llamaba Areal y otro que cruzaba desde Eirasvedras hasta la zona de Barbadás que se llama a Ribeira, donde había viñedos y hoy está el aparcamiento de la zona termal de Outariz”.

El mundo alrededor  del río

  • El barquero de aguas abajo era el Benitiño  según recuerda. Vivía “prácticamente en el río”, pues además de llevar personas y mercancías en su barca de madera, era “naseiro” y “no había más que llamarlo para que te recogiera  porque siempre andaba cerca”, narra.

 

  • La actividad de los barqueros hizo posibles muchas parejas de las orillas del río, como la de sus propios padres Miguel y Aurora: él era de Eirasvedras y ella de Santa Ouxea. También fueron varias las parejas formadas por vecinos de Reza y de Canedo (hoy barrio ourensano del Puente) por la actividad de la otra barca, que hacía muchos viajes, sobre todo en las ferias de los 7 y los 17.

 

  • En esos días, los principales ocupantes de la barca más cerca de la ciudad de Ourense, eran los “rellos” o “pecoriños” (cerdos de cría) transportados desde la orilla izquierda hasta el campo de Santiago (El Tinteiro) en la derecha, cerca del campo de la feria.

Las rianxeiras de la familia y lecheras de Santa Ouxea

  • De su memoria surgen los recuerdos de la vida en la casa de los abuelos. El abuelo Julio trabajó durante los años de la posguerra en la fundición Malingre del Couto. “Cuando le dieron trabajo en el horno decidió dejarlo porque no le gustaba y comenzó a trabajar en la aldea como carretero con bueyes, labrador y viticultor”, recuerda Miguel.
    Algunos vecinos que habían marchado a Vigo, abrieron bar y le compraban a Julio el excedente de vino.
Miguel Fernández Alonso ca foto dos seus avós Rosa e Julio de Santa Ouxea, Piñor. Foto Rosa Veiga
Miguel Fernández Alonso con la foto de sus abuelos Rosa y Julio de Santa Ouxea, Piñor. Foto Rosa Veiga
  • Por su parte, la abuela Rosa y las hijas (entre ellas Aurora, la madre de Miguel) eran rianxeiras, y recogían verduras y hortalizas en la huerta familiar y las lavaban y arreglaban los lotes del rianxo en la fuente de la aldea, antes de llevarlos hasta la plaza de abastos de Ourense.
    Bajaban a pie, con las cestas en cabeza, hasta la ciudad, por la carretera que antes, era una pista de tierra que los vecinos mantenían en buen estado para  facilitar su uso. El paso de algún coche o camión era esporádico”, relata Miguel. Años más tarde, parte del camino se hacía en el “carrito” (nombre que se le daba al bus urbano en el barrio del Couto).

 

  • El mismo recorrido podían hacer las lecheras, que repartían la leche de vaca casa por casa  también en el Couto y parte de la ciudad de Ourense.

 

  • Por la misma pista  de acceso,  llegaba a veces algún camión para llevar leña recogida por los vecinos, que la bajaban del monte  troceada, ayudados de bueyes y vacas que tiraban de la madera atada con cadenas

Canteros, cesteros y aguardenteros

  • Muchos de los hombres trabajaban también en las canteras. “Mi abuelo y los de su generación iban a las de Mugares. También su hijo, mi tío Julio (como el abuelo) trabajó de cantero hasta que marchó a Alemania, y estuvo en la construcción de la parroquia de Fátima con el escultor Faílde y su aprendiz Manuel el Riós”, detalla Miguel.

Miguel Fernández Alonso ca foto dos seus avós Rosa e Julio de Santa Ouxea, Piñor. Foto Rosa Veiga

  • Todas las familias de Santa Ouxea tenían viñas y castañares en Louredo, hoy sustituidos por el bosque. “Allí pasaban la mañana y a veces más tiempo, porque en muchas fincas hay cobijos naturales para quedar”. Recuerda los nombres de los lugares poblados por castañares como “A Chega das Casas”  (donde quedan vestigios y piedras de un monasterio), “A Pereira”, “Maimón”, “El Durán”, “A Portela”…

 

  • En los castañares, los castaños estaban sin injertar, así que a la aldea llegaban cesteros que aprovechaban “los vergueiros de los castaños para los cestos”. Miguel recuerda que en la casa de su abuelo,  un cestero llegaba cada año y se pasaba allí, en el bajo, unos meses recogiendo los vergueiros y haciendo cestas antes de regresar su casa.

 

  • Estos artesanos llegaban desde Pontevedra, O Rosal, Tomiño o Ponteareas. También de fuera de la aldea venía, cada noviembre, el aguardientero. “Se instalaba con su pote en un resguardo, donde hoy está el local social, y allí destilaba a mantío, es decir, le daban la comida y parte del aguardiente a cambio de su trabajo”, narra Miguel.

Los molinos de O  Regueiro, a malla y las tornas para regar

  • En la vida cotidiana de la aldea eran importantes los cuatro molinos del Regueiro. Miguel recuerda que en el situado más arriba (a la izquierda del Camino de Louredo por encima), las mujeres iban con las tinas llenas tanto para lavar la ropa como las tripas en tiempo de matanza del cerdo.
    Se mataba siempre el día 8 de diciembre, el día de la Purísima, y los jóvenes de la generación anterior a la mía hacían grupos de 3 o 4 para ir por las casas ayudando a agarrar el cerdo, a cambio de una copita”, añade.

 

  • En esa transición de la vida rural de antaño, con trabajos en comunidad, hasta la más urbana e individual de hoy, Miguel destaca también la malla como “faena colectiva” en la Ermita. Así llamaban la era que estaba donde ahora está la plaza de la aldea, hoy aparcamiento para los coches de los vecinos.

 

  • El uso intensivo de la tierra para cultivos precisaba organizar el regadío en tornas. “Te podía tocar regar por la noche y en cuyo caso, regabas el maíz, por ejemplo, con focos para ver por donde enviar el agua”, detalla.

No todo era trabajar

  • En la infancia de Miguel también está el fútbol. A mayores, él tenía afición por hablar y escuchar a los mayores e iba con ellos cuando llevaban el ganado. También pasaba tiempo de juego con los zancos, con los carros de bolas hechos por los amigos…
    “En la tienda de  Sofía me jugábamos al futbolín, y hasta veíamos allí la televisión en la que conocimos la Pelé, en aquella final del Mundial en 1970, en México, con el partido Brasil-Italia”… También conoció las sesiones de baile que organizaba la misma Sofía de la tienda, para la gente joven, con un tocadiscos, en un bajo muy cerca de la tienda.

 

  • Hablar de música y baile en Santa Ouxea, es hablar del gaitero Luis Padrón, natural de la aldea, que formó parte del grupo Brisas del Miño y tocó en unas fiestas del San Xoán, en algún año… pero esa será otra historia…

Fotos de la memoria

  • Acompañan a este artículo, fotografías actuales en las que Miguel está en casa de sus abuelos, en la que se conserva el horno en el que la familia dejaba cocer pan a cualquier vecino a cambio de alguna pieza, y en la bodega, en la que se conservan incluso los restos de la última matanza, como la capa de sal para la carne en una de las arcas de madera.
Bodega familiar de los abuelos de Miguel Fernández Alonso, tal como quedó de la  última matanza Foto Rosa Veiga
  • La fuente de Santa Ouxea, permanece en la entrada de la aldea como muestra del trabajo de los canteros y como recuerdo de la vieja pía en la que bebía el ganado;  del espacio en el que las mujeres arreglaban las  mojadas del rianxo y donde los hombres preparaban el sulfato en ollas de barro.

 

  • En la imagen de objetos variados de las viviendas rurales, un balde de zinc con el que se recogía agua en la fuente (la exposición se preparó con objetos de varias aldeas, en el IES Blanco Amor de Ourense) y un cuadrito en el que está uno de los libros que Miguel tenía de pequeño para aprender a leer. “Las primeras palabras que recuerdo del gallego son caxato y croio, aprendidas en la aldea, porque en el Couto no hablaban gallego”, recuerda.

 

  • También la foto de sus abuelos,  de amigos y familia en el campo de Roma, durante las fiestas de Piñor en los años 60 y la de cuando era niño, en esa misma época, en el “biscúter” de un amigo de su padre de Eirasvedras. Todo un álbum que anima a hacer memoria y que permite no olvidar trabajos, oficios… y momentos vividos en un mundo más rural, más comunitario y más duro para vivir.
Miguel Fernández Alonso 3º por la izquierda, de niño en las fiestas de Piñor en el campo de Roma. foto familiar
Miguel Fernández Alonso en el  biscúter de un amigo de su padre. foto familiar
  • Hoy Miguel trabaja en el IES Blanco Amor de Ourense, y acompaña a grupos de ex-alumnos y alumnas, profesores y curiosos interesados en conocer y recorrer el bosque del viejo couto  de Louredo, desde su aldea de infancia.

 

 

 

 

 

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